miércoles, 19 de septiembre de 2012

Principios Bioéticos




INTRODUCCIÓN


Los avances que ha desarrollado la humanidad en materia de ciencia, tecnología, tratamientos médicos y genéticos, durante las últimas dos décadas del siglo pasado y el presente siglo, han abierto una brecha entre los valores éticos, legales, humanos y la misma evolución de la humanidad.


Dentro de este juego de poder, el profesional de enfermería no está exento de esta situación, ya que somos las personas que permanecemos directamente en contacto con el usuario y sus necesidades reales y potenciales. Así mismo, el profesional de enfermería forma parte del equipo de investigación, de docencia y de administración, lo cual hace del avance regulado de la ciencia, su compromiso con la humanidad, con la vida, con el medio ambiente, es decir, con todo.


En la actualidad resulta de vital importancia considerar el comportamiento humano desde la perspectiva ética. La reflexión ética es un ejercicio de la razón y por tanto, es una apertura al ser, a la realidad en si, pues, la verdad no se posee, “se busca”. Este es por tanto el objetivo de la ética.


La “bioética” se define, según el Dr. Gerardo Sela Bayardo como “la conciencia de las ciencias médicas y biológicas, como una practica dinámica, racional y reguladora de los valores éticos y deontológicos con la característica de ser multidisciplinaria”. El objetivo de la “bioética” es mantener la dignidad de la vida , hacer justicia a la vida y dar al vivir lo que es suyo.


En síntesis, la bioética es el arte de conseguir un consenso social acerca de lo que se puede y no se puede hacer en la atención médica. Esta disciplina ha cobrado gran importancia en el mundo actual, donde la ciencia se conjunta con la alta tecnología ofreciendo nuevos métodos y técnicas para conservar la vida, pero que en ocasiones es mal utilizada por los equipos que desarrollan nuevas técnicas, llegando a devaluar el verdadero sentido humano y de conservación en aras del poder propio.


BIOÉTICA


La ética es la reflexión crítica sobre los valores y principios que guían nuestras decisiones y comportamientos.


Para empezar hay que indicar que la palabra bioética, es un vocablo compuesto por bios = vida y ética que viene del griego ehtika. Esta palabra es un neologismo acuñado en 1971 por Van Rensselaer Potter (en su libro Bioethics: bridge to the future), en el que este autor englobaba la "disciplina que combina el conocimiento biológico con el de los valores humanos". Otras literaturas definen a la bioética como "el estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y del cuidado sanitario, en cuanto que tal conducta se examina a la luz de los valores y de los principios morales". En la actualidad abarca no sólo los aspectos tradicionales de la ética médica, sino que incluye la ética ambiental, con los debates sobre los derechos de las futuras generaciones, desarrollo sostenible, etc.


En 1972 André Hellegers crea el Instituto Kennedy de Bioética, en la Universidad Georgetown (Washington DC), siendo esta la primera vez que una institución académica recurre al nuevo término.


Para muchos autores, el nacimiento de la bioética (aunque todavía no se le daba ese nombre) ocurrió en 1962, cuando en Seattle (estado de Washington) se decidió crear un comité para decidir qué pacientes tenían preferencia para beneficiarse de la entonces reciente máquina de hemodiálisis, con la particularidad de que este comité NO estaba formado por médicos. La pregunta subyacente era ¿por qué un avance médico debería crear una nueva discriminación médica? ¿Quién y cómo elegía a los candidatos? La novedad estribaba precisamente en que la respuesta a estos interrogantes no recaía sobre los médicos, sino sobre una representación de la comunidad.


Aunque el Código de Nuremberg (1948) había tratado por primera vez el tema de la experimentación en humanos, en los años 60 se tomó conciencia de que incluso en una sociedad democrática, la misma investigación biomédica sobre sujetos humanos planteaba una gran cantidad de problemas que había que encarar adecuadamente.


El congreso de los EE.UU. establece la "Comisión Nacional para la Protección de los sujetos humanos en el campo de las Ciencias Biomédicas y del Comportamiento". En 1978 esta Comisión publica el llamado "Informe Belmont", con directrices para la protección de los individuos que participen como sujetos de experimentación en Biomedicina, basados en los principios de autonomía, beneficencia y justicia.


A partir de 1967, con los primeros trasplantes de corazón, se plantea el problema de cómo definir la muerte clínica. En 1968 la facultad de medicina de la Universidad de Harvard publica un artículo donde plantea el nuevo criterio basado en la muerte cerebral. Sin embargo, a ciencia cierta no se puede definir cuándo una persona está realmente muerta cuando sufre muerte cerebral, ya que la corteza profunda del cerebro puede seguir emitiendo ondas, aún cuando la corteza superficial no muestre actividad. Esto acarrea cuestionamientos éticos y morales ante la donación de órganos y la muerte clínica. La principal recomendación que se ha realizado en este campo es que cada hospital cree comisiones que se encarguen de crear directrices que sean capaces de enfrentarse a ese tipo de dilemas: la clonación, el aborto, la reanimación, sobre el empleo o no de tratamientos costosos para mantener con vida recién nacidos con graves anomalías, etc.


Actualmente la bioética es la parte de la ética que estudia la corrección e incorrección de las acciones que se llevan a cabo en el campo de la biomedicina. Su principal área de estudio es la ética médica, pues la Medicina normalmente implica la intervención técnica sobre el cuerpo humano, y toda intervención sobre el hombre está marcada por su valor máximo; este valor máximo determina los fines y las acciones que deben perseguirse y realizarse al actuar sobre él.


De tal modo a la bioética, se la interpreta como el arte de conseguir un consenso social acerca de lo que se puede y no se puede hacer en la atención médica. Al final, dicho acuerdo, resultado de la discusión social, termina siendo frecuentemente la imposición de la ley del más fuerte, en violento contraste con la obligación médica de atender de modo más solícito a los más débiles.


En los años recientes, los avances en Genética y el desarrollo del Proyecto Genoma Humano, en conjunción con las tecnologías reproductivas, están ampliando aún más el campo de la Bioética, obligando a buscar respuestas a retos nuevos:


· Cuestiones sobre reproducción humana asistida. Estatuto ético del embrión y del feto. ¿Existe un derecho individual a procrear?


· Sondeos genéticos y sus posibles aplicaciones discriminatorias: derechos a la intimidad genética y a no saber predisposiciones a enfermedades incurables


· Sondeos genéticos y sus posibles aplicaciones discriminatorias: derechos a la intimidad genética y a no saber predisposiciones a enfermedades incurables


· Clonación y el concepto de singularidad individual; derechos a no ser producto del diseño de otros


· Cuestiones derivadas de la mercantilización de la vida (p. ej., patentes biotecnológicas)



Los Cuatro Principios de la Bioética


Son esbozos de ideas que dan principio al valor de la dignidad de la persona:


1. Principio de no maleficencia


Este principio ya se formuló en la medicina hipocrática: Primum non nocere, es decir, ante todo, no hacer daño al paciente. Se trata de respetar la integridad física y psicológica de la vida humana. Es relevante ante el avance de la ciencia y la tecnología, porque muchas técnicas pueden acarrear daños o riesgos. En la evaluación del equilibrio entre daños-beneficios, se puede cometer la falacia de creer que ambas magnitudes son equivalentes o reducibles a análisis cuantitativo. Un ejemplo actual sería evaluar el posible daño que pudieran ocasionar organismos genéticamente manipulados, o el intento de una terapia génica que acarreara consecuencias negativas para el individuo.


2. Principio de beneficencia


Se trata de la obligación de hacer el bien. Es otro de los principios clásicos hipocráticos. El problema es que hasta hace poco, el médico podía imponer su propia manera de hacer el bien sin contar con el consentimiento del paciente. Por lo tanto, actualmente este principio viene matizado por el respeto a la autonomía del paciente, a sus valores, modo de vivir y deseos. No es lícito imponer a otro nuestra propia idea del bien.


Este principio positivo de beneficencia no es tan fuerte como el negativo de evitar hacer daño. No se puede buscar hacer un bien a costa de originar daños: por ejemplo, el "bien" de la experimentación en humanos (para hacer avanzar la medicina) no se puede hacer sin contar con el consentimiento de los sujetos, y menos sometiéndolos a riesgos desmedidos o infligiéndoles daños. Aunque la humanidad tiene un interés en el avance de la ciencia, nadie puede imponer a otros que se sacrifiquen para tal fin. Matizado de esta manera, el principio de beneficencia apoya el concepto de innovar y experimentar para lograr beneficios futuros para la humanidad, y el de ayudar a otros (especialmente a los más desprotegidos) a alcanzar mayores cuotas de bienestar, salud, cultura, etc., según sus propios intereses y valores.


También se puede usar este principio (junto con el de justicia) para reforzar la obligación moral de transferir tecnologías a países desfavorecidos con objeto de salvar vidas humanas y satisfacer sus necesidades básicas.


3. Principio de autonomía o de libertad de decisión


Se puede definir como la obligación de respetar los valores y opciones personales de cada individuo en aquellas decisiones básicas que le atañen vitalmente. Supone el derecho incluso a equivocarse a la hora de hacer uno mismo su propia elección. De aquí se deriva el consentimiento libre e informado de la ética médica actual.


4. Principio de justicia


Consiste en el reparto equitativo de cargas y beneficios en el ámbito del bienestar vital, evitando la discriminación en el acceso a los recursos sanitarios. Este principio impone límites al de autonomía, ya que pretende que la autonomía de cada individuo no atente a la vida, libertad y demás derechos básicos de las otras personas.


Este principio puede plantear conflictos no sólo entre miembros de un mismo país, sino entre miembros de países diferentes (p. ej., acceso desigual a recursos naturales básicos), e incluso se habla de justicia para con las generaciones futuras.


Nuestra cultura ha sido más sensible al principio de autonomía, a costa del principio de justicia, pero es posible que la misma crisis ecológica nos obligue a cambiar este énfasis. La justicia e igualdad de los derechos de los seres humanos actuales y la preservación de condiciones viables y sostenibles para las generaciones futuras pueden hacer aconsejable, e incluso obligatoria, una cierta limitación del principio de autonomía, sobre todo en una sociedad de mercado que se abre al deseo desmedido de nuevos servicios y bienes, y en la que el individuo reclama ilimitadamente "derechos" de modo narcisista


Los países industrializados, con menos población que los países pobres, contaminan más y derrochan más recursos. Las sociedades opulentas deberían bajar del pedestal la autonomía desmedida que va en detrimento del desarrollo justo y viable para todos, ya que un desarrollo equitativo mundial acarreará en sí un manejo sostenible a nivel global.


Fines de la Bioética


Un punto bastante descuidado del debate bioético, pero muy importante a la hora de discutir los aspectos de justicia en el acceso a los servicios biomédicos (mundiales), es el de la conexión entre los fines de la biomedicina y los medios técnicos disponibles.


Por ejemplo existe una tendencia de la medicina a introducir nuevas tecnologías, a menudo muy costosas y previstas para el beneficio de unos pocos que tienen el acceso por su nivel socio-económico y no tanto para el beneficio de la población general, sobre todo de los países más pobres y que no tienen acceso a un sistema de salud público y/o gratuito.


Otro punto muy debatido es el hecho de que se está cambiando o modificando tecnológicamente lo que “es normal”, de modo que la tecnología se orienta a reestructurar tanto la naturaleza como al ser humano incluido en ella. Por ejemplo, se altera genéticamente los alimentos, o bien, se emplean técnicas experimentales para mejorar la especie humana, alterando con ello lo se consideraría “normal” (el nacimiento de niños con Síndrome de Down por ejemplo) para “evitar” alteraciones genéticas y/o heredadas.


La bioética ha oscilado entre la insistencia en criterios formales a menudo inflexibles pero carentes de contenido, y los criterios de procedimiento, pero no ha encarado la cuestión central sobre lo que entendemos como bienes humanos o los fines de la medicina. Y mientras esto no se haga, corremos el riesgo de no llegar a ninguna solución significativa en muchos de los debates abiertos aún en la actualidad. Es necesario instaurar procedimientos públicos y justos que establezcan límites para ciertos servicios médicos. Es difícil imaginar que la ley deba permanecer silenciosa sobre ciertos temas, como el aborto y la eutanasia, ya que ellos conllevan implicaciones sobre el significado de ser miembro de una comunidad.




Campos asociados a la Bioética y percepción de la misma


Dentro de los campos que regula la bioética se citan:


· La clonación, ya sea de individuos o de órganos, o bien de plantas y animales.


· El aborto de todo tipo.


· La Eugenesia y la Eutanasia.


· Los transplantes de órganos.


· El acceso a los sistemas de salud.


· Uso de la energía nuclear o energía “sucia”.


· La fertilización in Vitro


· Experimentación con nuevos tratamientos o medicamentos.


· Experimentación genética.


La ciencia como tal, es necesaria, no puede detenerse su avance. Es necesario por tanto, regular de alguna manera el principio de aplicación de las biociencias. La cultura y la ciencia no se excluyen entre sí, sino más bien trabajan en conjunto para permitir el desarrollo de nuevas tecnologías que posiblemente, a la postre, puedan no solo salvar vidas, sino también permitir la vida en un planeta que cada vez dañamos más. Sin embargo, no siempre el desarrollo puede ser catalogado como avance científico; en muchos casos se asocia más bien a riesgos por el uso de las tecnologías.


Los estudios de percepción humana sobre los riesgos asociados con el uso de tecnologías ya sea experimentales o de avanzada, se centran en los modos en que los individuos aprenden sobre su entorno a través de la experiencia. Se pueden distinguir cuatro enfoques básicos de este aprendizaje:


· Cognitivista.


· Psicosocial.


· Cultural.


· Sociológico.


Desde los enfoques culturales se plantea que las creencias sobre la naturaleza y sobre el riesgo están socialmente construidas sobre las creencias propias, de modo que cada grupo tiende a percibir distintos tipos de riesgos. Desde los enfoques sociológicos el riesgo se define en función de amenazas a modo de vida y estructuraciones sociales. Está más relacionado con la identidad sociocultural, los valores morales o las relaciones socioeconómicas. En estos enfoques se tiene en cuenta la valoración de los distintos grupos, y no sólo el papel de los expertos.


La bioética puede desempeñar un papel importante en la evaluación de riesgos, ponderando el principio de no maleficencia (evitar daños) con el de beneficencia (hacer el bien).


Sin embargo, uno de los puntos donde tropiezan muchas discusiones es la ambigüedad del término "riesgo". No es lo mismo el riesgo como simple potencial de cambiar algo que el riesgo como posibilidad de hacer daño. El problema es que a menudo se confunden y mezclan ambos significados. El primero se relaciona en el ámbito de la biotecnología con temores más o menos vagos de cambiar lo natural. Pero hay que decir que toda tecnología cambia de una u otra forma nuestras relaciones con lo natural. Para bien y para mal, nuestra naturaleza nos ha dotado con la capacidad de usar y adaptar nuestro entorno.


Se podrían catalogar los riesgos de aceptar o rechazar el avance tecnológico y científico (tecnociencia) de la siguiente manera:


· Riesgos como la interferencia con la naturaleza, estos están más aferrados a grupos religiosos que plasman esta idea ligándola a la metáfora de que no deberíamos "jugar a ser Dios". Pero hay que decir que el concepto de natural no es inmutable, sino que está construido socialmente, que cambia con el tiempo, las culturas y las religiones.


· Riesgos asociados al mal uso de la tecnología. Por ejemplo, la discriminación genética, la eugenesia obligatoria, etc.


· Preocupaciones vagas de miedo, sentimientos de peligro ante lo desconocido.


· Preocupaciones concretas sobre impactos negativos sobre la salud o el medio ambiente


Una cualidad de la bioética en su reflexión sobre la ingeniería genética es que nos ha obligado a pensar de nuevo nuestras ideas sobre


· La evaluación de riesgos


· El impacto de la tecnociencia en la sociedad


· El control social en la tecnociencia


· La finalidad de nuestras sociedades. Este es quizá el punto más importante, aunque seguramente el más difícil, ya que supone realizar una crítica social acerca de los valores explícitos e implícitos que nos guían, incluyendo la imagen del hombre y sus necesidades y deseos en un sistema donde se han implantado numerosos prejuicios que a menudo sirven a intereses minoritarios


La evaluación de riesgos no se puede dejar en manos exclusivamente de "expertos" en esos temas, ya que se deben incluir no sólo valoraciones técnicas y económicas, sino percepciones éticas, estéticas, religiosas, etc. que aunque a menudo sean vagas, no pueden ser pasadas por alto, al ser la expresión de lo profundo y legítimo de los sentimientos de cada cultura.


La evaluación de riesgos tampoco debe basarse exclusivamente en análisis de costo-beneficio, ya que frecuentemente hay valores "intangibles" no cuantificables. Sin embargo, también habría que aceptar que en todas las intervenciones del hombre sobre la naturaleza hay factores que no se pueden prever de inmediato. La ética de la responsabilidad nos obliga a la cautela, pero no a quedarnos inmóviles.


Implicaciones de la Bioética en Enfermería


Es preciso imponer siempre un límite a la actuación y decisiones de enfermería en su interactuación con el usuario y este límite implica el respeto a la libre decisión del paciente, a la expresión de su personalidad en todos sus aspectos así como ser humano y espiritual. El usuario tiene derecho a aceptar o rechazar cualquier tratamiento que se le sugiera, y al profesional de enfermería solo le corresponde explicar y justificar la necesidad del procedimiento a practicarle y si el caso lo requiere advertir de los riesgos de rechazar el procedimiento. Pero hasta ahí, el enfermo es el único dueño de su vida y decisiones.


Por ejemplo: ¿es correcto decirle a una mujer embaraza que espera con ansias su primer hijo, que el resultado de su ultrasonido indica que el embrión presenta serias malformaciones incompatibles con la vida?, ¿es correcto informarle a un paciente que le quedan pocas semanas de vida debido a un mal Terminal?, ¿es correcto sugerirle a un usuario que la única oportunidad de vida que le queda es que acepte un órgano transplantado cuyo donante es un animal?, o más aún, ¿es éticamente correcto aceptar que una madre se embarace con el único fin de lograr células para transplantárselas a otro hijo que padece de leucemia?


Todas estas interrogantes y muchas más son las que diariamente enfrenta el personal de enfermería alrededor del mundo, porque somos nosotros quienes estamos en estrecha relación con el usuario, y quienes finalmente conocemos cada caso de manera personal y más íntima.


Otro de los dilemas éticos que debemos enfrentar, desde el punto de vista de la sociedad, es el de la elevada tecnología, al servicio de unos pocos; o bien el incremento de la atención de extranjeros en detrimento de la capacidad de los servicios de atención. Desafortunadamente esas son situaciones que prevalecen en los países en vías de desarrollo. Se ha estereotipado a la medicina moderna uniéndola en gran medida a la tecnología más avanzada, lo que también ha contribuido a priorizar los gastos en salud concentrándolos en recursos para la red hospitalaria especializada en los centros urbanos, descuidando las necesidades básicas de las áreas rurales.


El valor del avance tecnológico puede ser juzgado por su contribución a mejorar la calidad de vida de todos los pacientes; sin olvidar que en estos tiempos deshumanizantes debemos llenar el espacio existente entre nuestra dimensión interior de personas y la actitud de la humanidad y empatía que el usuario espera de nosotros, cada vez con mayor insistencia y exigencia. Hemos logrado ser profesionales de mayor rango, pero cuanto más alto sea éste, más fuerte y honda es nuestra responsabilidad.


“En estos tiempos tenemos una tarea mucho más exaltante e infinitamente más alegre, tarea que consiste en proclamar que, al elegir llegar a ser enfermera(o), hicimos sin restricción ni derogación la elección por la vida y que, ante el sufrimiento, discapacidad y la muerte queremos ser testigos de aquello que hace más falta a los hombres de hoy en día: la ternura, la esperanza y el amor”.


Como profesionales de enfermería es nuestra obligación el estudiar, investigar e informarnos así como formarnos en cuestiones de biomedicina, bioética, política y derechos relativos a la promoción y defensa de la dignidad humana, vigilando siempre el cumplimiento de los principios deontológicos. Así, la práctica de la medicina y la enfermería se convierten en un contacto entre dos sistemas de valores: por un lado los valores médicos y por otro lado los valores del usuario.


CONCLUSIONES


La bioética hoy en día es un tema de preocupación de toda persona que reflexiona sobre el curso que sigue o que ha tomado la humanidad. Estas reflexiones nos deben impulsar no a estancar nuestras ideas y conceptos de lo natural y antinatural, sino más bien, a abrir nuestra mente y percepción hacia el avance, sin que ello amedrente nuestra capacidad de evolucionar; y sin dejar de lado en ningún momento aquello que es verdaderamente importante: La Vida en todas sus expresiones.


Como profesionales en enfermería no solamente estamos relacionados directamente con el usuario sino también, estamos incluidos en los equipos de investigación, desarrollo, y planteamiento de nuevas ideas científicas y tecnológicas. Hemos de aprovechar esta ventaja para defender aquello en lo que creemos, sin permitir que nuestra propia concepción de lo “bueno y lo malo” estanquen el desarrollo personal y de la humanidad, pero representando los ideales de ética y moral que nos cualifican.


La bioética se constituye en estos tiempos en una necesidad: es nuestra obligación entender y comprender los procesos de continuo cambio que vive el mundo así como evolucionar con el mismo representando los valores que como profesionales de enfermería hemos adoptado con la profesión evaluando cada situación en un contexto global, pero sin dejarnos caer en las garras de la masificación. Esta masificación no tiene ni puede influir en la atención de calidad que se debe brindar minuto a minuto a los usuarios de los sistemas de salud sean cuales estos sean, en todo el mundo.


RECOMENDACIONES


Básicamente se recomienda que la materia de ética y la de bioética se desliguen y se brinden por separado a los estudiantes de enfermería desde el nivel de bachillerato ambas , ya que la bioética constituirá un alto porcentaje del quehacer diario de la profesión como tal y la ética es parte de las funciones diarias del personal de enfermería.


Así mismo, se recomienda estimular la participación de estudiantes y profesionales en enfermería en talleres y charlas sobre el tema, para mantener actualizados los datos con que se cuenta.


Se recomienda motivar la discusión de temas relacionados con el desarrollo científico y tecnológico, y la interacción ética y bioética de los mismos, a fin de reforzar el conocimiento y actuar del profesional dentro de sus campos de acción

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